lunes, 30 de enero de 2012

Moreno

La Nación publicó ayer que "el freno a la importación (dícese de las políticas económicas que buscan la protección de la industria nacional) afecta ya a las empresas y al consumo". La nota despliega la idea de que por no contar con productos o materias primas que hasta ahora importaban, muchas empresas debieron cerrar sus puertas; y ejemplifica con una bicicletería de Belgrano que debe cerrar sus puertas porque  no cuenta con bicis italianas, y el de un hacendado que no puede comprar una rueda de tractor y ve perjudicado su negocio, entre otras muestras de este tipo.
Más allá de que varias pymes claramente se ven perjudicadas, por ejemplo un vendedor de artículos importados o una casa de deportes que no puede vender carísimos los botines que usa Messi y que se hacen en China por dos dólares con cincuenta, el tema central brilla por su ausencia en el análisis de La Nación. Es claro que las decisiones políticas afectan a las personas, esto pasa siempre. El tema es la forma en la que las afecta, quiénes ganan y quiénes pierden. Por ejemplo, en el gobierno de Me(n)em, una porción de ciudadanos se benefició un ratito de poder viajar a otros países, o conseguir TODO lo que se podía comprar en el exterior; a la vez la gran masa de argentinos se quedaba sin nada (unos años después esos que viajaban también lo perdían todo, por las mismas medidas que antes festejaban). Para decirlo burdamente, tuvimos fideos italianos en las góndolas y conocimos Sudáfrica al precio de Mardel, pero perdimos miles de fábricas y millones de puestos de trabajo al destruirse la industria nacional. Ahí nadie de La Nación dijo nada; se quejaban, sí, de si Me(n)em era más o menos fiestero, más o menos derrochón o grasa...pero de nada más.
Las decisiones políticas afectan a los ciudadanos, siempre. Si realmente hiciéramos algo con los que distribuyen la falopa berreta, miles de personas perderían su trabajo, si les quitáramos el curro a los gorilas que viven en los sindicatos de la plata de los trabajadores, también, pero son dos medidas que nada mal estarían. No pongo en la misma línea que a  estos buitres al bicicletero de Belgrano, válgame dios, pero creo que los ejemplos sirven.
Para los muchachos de La Nación y sus lectores, tan capitalistas liberales ellos, debería gustarle esta política económica. Se abren miles de posibilidades de negocios. Salgamos ya a hacer bicicletas, o ruedas de tractores. ¿De eso se trata no?

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