Hay algo que siempre se nos juega en los juegos olímpicos o en cualquier evento en el que compita un argentino y que tenga como auditorio el mundo. Porque esta seria la mirada del otro multiplicada en proporciones mayúsculas lo que marca e indica que nuestra labor pueda ser examinada
Ahora, lo loco es que se hace tamaña transferencia que nos creemos que somos el atleta o que somos su voz interior para que haga lo que nosotros creemos que es adecuado.
En los casos donde hay triunfo y supremacía ante el mundo nuestro deportista será aclamado y todos, nos subiremos a salud del campeón de turno.
En caso contrario se es un fracasado se desmerece todo lo que se pudo hacer en el proceso; casos sobrados de este juego olímpico (judo diploma, bala diploma, marcha vigésimo segunda, básquet jockey y volley a prueba todavía, anillas en gimnasia artística diploma) si hasta se lo vapuleo a Del Potro por obtener una medalla de bronce.
En resumen, ideología argentina que hace transferencia y no ve como en el alma bella de Hegel su misera. He dicho recargado.
Don Cosme.
Don Cosme.
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