
Con el correr del viaje, que es bastante largo hasta llegar a la cabecera, observaba repetidamente la misma situación y me intrigaba saber qué era lo que pasaba.
Al llegar a destino, vi. con asombro el final menos esperado: era un niño de tan solo cinco años que se encontraba comiendo un panchito, ahí, sentadito en el suelo del bagón.
Cómo llegamos al momento en el que una criatura siente el frió piso del tren como el living de su casa. He dicho.
Don Cosme.
Don Cosme.
Tremendo.
ResponderEliminar