El otro día escuché que Aldo Rico decía que el gobierno
nacional era marxista. Me entusiasmé, no
porque sea un estudioso de El Capital,
sino por lo de acreditarme la plusvalía de mi laburo, es que están caras las
cosas, sepan ustedes disculpar mi pragmatismo. Pero luego me di cuenta de que
el que hablaba era Don Aldo, que de vez en cuando delira, desde aquella vez que
se intoxico con pintura verde, y llamé a recato a mi alegría. La cuestión es
que a Rico y a mucha gente seguidora de ideas de la derecha rancia cuando se
mencionan temas sagrados como la Familia
(católica, occidental y heterosexual) y la Propiedad
(privada, claro), se ponen como locos malos.
Desde sectores políticos del oficialismo salió un
anteproyecto que tiene el epicentro en la utilización de la tierra, y en uno de
sus puntos habla de la expropiación del suelo si lo amerita el interés
colectivo. Enseguida salieron los medios más vendidos de la Nación a
infundir terror a la población diciéndoles que el Estado (cuco malo) se iba a
quedar con su casita de dos ambientes.
Gustavo Ferrari, del Frente Peronista, salió a denunciar que se trata de
una “restricción a los derechos individuales” y que el Gobierno Nacional
“quiere moldear un nuevo modelo de país”. Y mucha razón tiene este señor. Es este el tema central de la cosa.
Como siempre digo, nada es absoluto,
todo es relativo al discurso ideológico. La Propiedad Privada no cuenta
cuando se desalojan familias porque no pagan hipotecas, o cuotas bancarias; La
Propiedad Privada avala el choreo sistemático de millones de hectáreas de todo
el país de las familias más respetables
avaladas por gobiernos
entreguistas. Esto se trata de un nuevo
modelo de país, de su búsqueda al menos. El suelo es un recurso natural no
renovable y escaso, por lo que el Estado (todos nosotros, por si alguien no lo
sabe) hace bien en asegurarse poder disponer de su territorio ante intereses
extranjeros a los intereses nacionales. Se trata de soberanía señores. Lo colectivo ante lo individual, dos opciones
que pueden guiar las políticas públicas. Esto por un lado. Por otro, defensa de
la soberanía. Mientras escribía estas líneas nunca se fue de mi cabeza el caso
de la reserva acuífera guaraní.
Desconozco quiénes son los dueños de las tierras aledañas a esa zona central
para el futuro de la humanidad, pero cualquier país, o conglomerado de
multinacionales (dos formas de llamar a un país que no se antoja nombrar) que
compre esas tierras puede pelear por derechos a la explotación de la reserva.
Se trataría de una violación clara a la soberanía amparada en la sagrada Propiedad Privada. Este ejemplo
no admite dudas. Pero me gustaría también que nosotros, como Nación, encarnados
en este Estado, protejamos cada lago, cada riacho, cada granito de arena
siempre que el bien común esté en juego. Ah, díganle a Rico que no se preocupe,
que la impunidad política aún es muy fuerte, lamentablemente, y todo lo que se
choreo, y lo mucho que pisoteó al pueblo que dijo defender con las intentonas
de golpe, no le será reclamado, aunque el gobierno esté lleno de sucios comunistas.
DON CHICHO
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