La democracia tiene sus virucuetos, esto es claro. Mucha bronca me dio a mi también que Menem ganara en el '95 porque la mayoría de los argentinos se dejó seducir por los espejos de colores y el voto cuota. Pero la democracia nunca implica la posibilidad de elegir lo ideal para un pueblo, sino lo mejor dentro de lo que hay. Y si uno se dice democrático debe jugar con sus reglas. Muchos políticos, o periodistas, o gente de a pie, se dicen democráticos y luego no están dispuestos a aceptar que su pollo pierda una elección. Que esto le pase a un hombre de a pie es inocuo, hasta folclórico; que le pase a un periodista es peligroso para su credibilidad; pero si le pasa a un político o funcionario público es grave. Las instituciones se deben modificar desde adentro, sino estamos ante un intento de golpe. Si participamos de una elección apoyando fervorosamente a un espacio político, no podemos dudar de ese proceso si los resultados nos son esquivos. De ser así, se duda del ganador, del perdedor y del sistema democrático en sí mismo. Pasó en Venezuela. Si hubiera ganado Capriles, los votos hubieran hablado de la voluntad popular en contra del régimen y del comienzo de liberación de América del Sur. Como ganó Chávez ese voto fue amedrentado por el terror de la dictadura chavista. Curioso, ¿no? Ya sé que en Venezuela existe corrupción, y que existe aún pobreza, claro que lo sé. Pero un análisis, si se quiere complejo, debe incluir los tremendos avances del país durante el gobierno de Chávez en materia de educación, salud, y sobre todo reparto de la torta. Los índices de pobreza han bajado rotundamente. Venezuela hasta no hace mucho era uno de los patios de atrás favoritos de EEUU, no lo olvidemos, su pueblo estaba partido en dos, una buerguesía librecambista y una masa de desposeídos y olvidados por el Estado. La cosa es diferente ahora, y lo único que ofrece la oposición es volver a lo de antes, privatizar todo lo nacionalizado y que los beneficios se vayan de Venezuela; Ah, y que el presidente deje esos modos de bananero y se digne a usar traje; que un verdadero líder demócrata hasta para aniquilar pueblos enteros con sus bombas, debe vestirse de Armani, estar perfumado y hablar bajito.
La democracia tiene sus vericuetos. Y los desestabilizadores, como el dinero, no tienen bandera. Lo que pasó en Venezuela va a pasar en Argentina las próximas elecciones. será cuestión de escuchar a los que hablan ahora para saber de qué va la cosa.
DON CHICHO
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