Desde hace tiempo, se pueden ver en muchos medios programas
que tocan el tema “lo mal que está la escuela pública”, y de cómo la gente, en
masa, se pasa a la privada. En estos días, en el canal Metro, del cable, se
repite a cada rato un programa en el que el ex ministro macrista Narodowski nos
cuenta la mierda que es la escuela pública, sí de esa que él fue ministro. En
fin… Se me dio por pensar, buscando alguna causa a esta obsesión en relación a
instalar la idea de que la escuela pública es casi un aguantadero del que
debemos alejar a nuestros pibes, que el ataque tenía que ver con desprestigiar
lo público en general y que tomaban a la escuela porque es algo universal en la
sociedad. ¿Y sabe qué? Mucha razón tengo, modestamente se lo digo. Este sábado
pasado, desde su columna en el diario más vendido, el señor Ricardo Roa bajo el
título “El progresismo de demoler la escuela pública”, enarbola una serie de
pensamientos ideológicos notablemente útiles para describir la cuestión. La
idea general es que el Estado, tan progresista que se dice, no hace más que
desprestigiar la escuela pública y está produciendo por sus malas acciones un
éxodo masivo a la escuela privada. Y utiliza para sostener el artículo los
casos de la representación en un acto escolar en Santa Fe de cuestiones de la
agenda política nacional (compra de dólares, por ejemplo), y de las huelgas
docentes de la Provincia de Buenos Aires. Es curioso que Roa afirme que la
decisión de un docente de una escuela de un pueblo de Santa Fe, y una medida de
fuerza de un gremio, sean acciones del gobierno nacional. ¿No sabe Roa acaso
que los gremios, y la SUTEBA sobretodo, son instituciones autónomas? ¿No sabe
Roa acaso que el estado no suele imponer contenidos a los docentes en el día a
día del aula, cosa que sí se hace en muchos colegios privados? Seguramente sí
lo sepa. La cuestión es armar un paquete
en el que todo lo que huela a estatal, pobre, progre, izquierdista, público,
sindical, etc, sea visto como negativo. Roa
afirma militantemente que la escuela publica es un desastre y que la privada
(de la que queda claro que es buena) recibe a las masas exiliadas con abrazos y
besos. Y lo hace sin decir nada de la escuela pública. Reitero, sin decir nada
de la escuela pública. No dice que los programas son los mismos, que los
docentes son los mismos, o que los más calificados trabajan en la pública por
conveniencia de sueldos y condiciones. Tampoco dice nada de que lo que demuele
la escuela pública son las desinversiones furiosas de algunos gobiernos, el
vaciamiento que implican planes educativos que favorecen a las escuelas
privadas, curiosamente. Porque los argumentos que elige para sostener su nota
son, en cierto modo, extranjeros de la escuela pública. El contenido del
libreto del tan famoso acto en Santa Fe, puede ser tan pedorro como el de una
escuela bilingüe que representara una realidad de estética Disney, o desde una
división de clases pero vista desde los códigos de los sectores más acomodados.
Esto pasa, y también podría ser tratado de adoctrinamiento ideológico, como
hace Roa. Esto, creo yo, no alcanza para hablar de escuela pública. Tampoco lo
que dice de los gremios, a los que acusa de cerrar las puertas de las escuelas
al hacer paros. Dice Roa: “Los gremialistas promocionan la educación privada.
Si los privados quisieran aumentar la fuga de alumnos de las estatales,
deberían contratar a más sindicalistas como Baradel (Suteba)”. Roa, además de criminalizar la acción gremial
(esto lo dejaremos para otro análisis), arma la nota sobre una idea muy usada para
dar por obvio que la educación pública no es conveniente: hacen muchos paros, les roban días de clases a los chicos. Esto es ideología pura. Esto se trata
de separar las aguas, de querer un país partido en dos, de un lado los ricos
reales y los “culturalmente ricos”, aquellos que restringirán hasta lo que
comen para darles una buena (privada) educación a sus hijos; y del otro lado
los desposeidos, los pobres que ni siquiera pueden detenerse a pensar lo que
propone Roa. Esta ideología propone que
lo público no sea para todos, sino para los más pobres, para esos. Propone un Estado que de caridad
a los que no pueden competir en la vida con la gente como uno.
El de la educación es un tema amplio y complejo. Se deben
hacer constantes debates sobre la educación que queremos, y se deben tener en
cuenta todos los actores sociales, y se debe hablar claramente de política,
pues es vital en el rumbo de la educación de una Nación, pero este es otro
tema.. O no, porque cuando jode tanto que cuestiones
políticas entren a las esuelas, seguramente se estará defendiendo una
escuela blanca y objetiva, que es la que, sin duda, busca reproducir contenidos
y responde de forma rotundamente política a intereses ideológicos de sectores
dominantes.
DON CHICHO
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