Iglesias privadas, escuelas públicas

El hecho fue que un centenar de manifestantes del Movimiento por la Dignidad, entraron a la catedral de Buenos Aires a modo de protesta por la gran cantidad de dinero que reciben, por parte del gobierno de Macri, las escuelas confesionales. Estuvieron un par de horas, se hicieron oir, les sacaron fotos y se fueron con el objetivo cumplido. Por supuesto que los señores que rezaban sus rosarios en las primeras filas se sintieron invadidos y se quejaron.
La Nación le dedica una página a la noticia, y lo curioso es que nada dicen de los más de mil millones de pesos que el gobierno de la ciudad les da a las escuelas No públicas, ante el destrato que les da a muchas escuelas municipales, sobretodo del sur de la ciudad. Habla de que un grupo Copó la catedral, y describe a "las bestias". Además, y aquí me detengo, titulan una foto en la que se ve a una monja rezando, de espaldas a la gente: "Cuando la política interrumpe la oración". ¿Muy groso, no? Ya sé que para los lectores de la Nación, la política es fea, impropia de la gente bien. Basta escuchar el discurso de los chicos del Pro. Pero a veces se van a la mierda de tan fanáticos que son. Porque convengamos que la inquisición fue política; que los lazos con las más feroces dictaduras monárquicas eran políticos; que la alianza con las derechas fascistas de España, Alemania e Italia era política; que la colaboración manchada con sangre con las dictaduras de América latina fue política; que meter las patas en políticas de salud y educación públicas es querer hacer política. ¿O usted cree otra cosa, ya que cree tanto? Si un Estado libre y soberano subsidia la actividad libre de un credo, ese credo está dentro de la agenda del Estado, por lo que participa de las decisiones políticas. Si son necesarios fondos para tanta obra que aún falta en la Nación, se podría pensar en recuperar los predios entregados a los distintos credos a lo largo del país, y sobretodo en dejar de darles dinero para sus temitas personales. Si Jesús viviera ¿sabés el quilombo que haría, no?
DON CHICHO