Ayer murió Alicia Esparza.
Quien no la conoció se la perdió. Era de esas personas necesarias para marcar mojones, para establecer claramente un de acá para allá. Necesaria para coincidir, para descubrir, para oponerse, para enojarse con ella, para ver, oir y preguntarse.
Alicia fue docente. Y como tal hizo escuela. Lo hizo materialmente, con su Instituto Platerillo, e ideológicamente, conduciendo a docentes, padres y alumnos por un camino sinuoso, incómodo a veces, pero del que no hay retorno si apoyaste bien los pies en él.
Alicia fue una militante de sus ideas. La infancia para ella no era una instancia inferior, un momento previo a algo. Instalaba con cada frase, la idea de que los chicos, muchas veces pueden decidir, y que de que lo hagan depende su crecimiento en una verdadera libertad, esa que no solo permite estar, sino participar y crear. Férrea defensora de la idea de que el contexto hace texto. En sus salas de dos, de tres, de cuatro y de cinco, se hablaba de los desaparecidos, de los cacerolazos, de los piquetes, de que las decisiones en conjunto son vitales para poder vivir en sociedad y también puertas adentro. En las aulas de Platerillo no entraba la historia, se hacía historia, metiendo mano en los datos, relativizando, preguntando, desconfiando, apostando.
Muchas veces, como suele pasarle a los que eligen el camino difícil de ponerle el pecho al bestial discurso dominante, en pos de defender su proyecto, lo defendía fanáticamente, no permitía grietas que pudieran quebrarlo. Era ahí cuando muchos padres se enojaban con ella, y discutían, y debatían. Pero lo más importante era el proyecto, de eso no se dudaba. De Alicia nadie dudaba.
Los padres de sus alumnos eran invitados (por no decir amablemente obligados) a hacer comunidad, y ese era uno de los aspectos centrales en el proyecto. Subjetividad en un mar colectivo. El ámbito educativo como parte fundamental de la vida. ¿Cómo los padres de los primeros amigos de nuestros hijos pueden ser extraños para nosotros? De tan obvio parece imposible que no suceda en la mayoría de los colegios. Alicia no quería ser una educadora como la de todos los colegios. Decidió oponer batalla. Y cada año, convocaba a docentes y padres a hacer equipo, a embanderarse tras una idea que buscaba ser liberadora.
La frase distintiva de los chicos que pasaron por Platerillo es "no me gustó". La decían cada vez que eran víctimas de palabras o acciones agresivas por parte de un otro. La palabra en lugar del golpe. Instalar el NO como algo positivo. El dejar el lugar pasivo ante una agresión. El no seguir manadas.
Ayer murió Alicia Esparza. Rindamos honores.
DON CHICHO
Gracias Don Chicho! una amorosa y justa radiografia de Alicia!!!
ResponderEliminarHermoso relato, va reflejando cómo fue y los intereses profundos de Alicia, confrontando y desafiando lo necesario para generar sujetos autónomos y críticos! Gracias!
ResponderEliminarIncreible relato, en cada una de esas palabras reconozco a Alicia, se fue una gran educadora! haber trabajado con ella, es haber aprendido todo
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