Educación sin escuelas

    Aparentemente, apareció una moda en algunas familias de los sectores más pudientes que consiste en no mandar a los chicos al colegio; prepararlos en su casa durante el año y hacerlos rendir como libres a fin de año en alguna escuela pública. Esta modalidad que es adoptada por muy pocas familias, sobretodo, de zonas exclusivas de barrios del Gran Buenos aires (La Horqueta y Pilar, por ejemplo) aparece reflejada en la tapa de La Nación (el diario) del domingo como una tendencia que crece. Este dato es curioso, porque no existen estadísticas de ningún tipo.

La cuestión es que algunas familias deciden que sus hijos no vayan a la escuela, ni pública ni privada. Veamos las razones que ofrecen.

“No estamos en contra de la escuela, es el momento que estamos viviendo”, “los chicos volvían a casa angustiados, sin hacer lo que les gustaba…dijimos ¡basta!” “en los colegios se aleja a los chicos de los valores de la familia”, y demás justificaciones para no mandar  a los chicos al mundo social de la educación. Ya en la misma nota hablan especialistas que dicen que estas conductas son perjudiciales para los implicados ya que la escuela es un agente de socialización y de construcción de conocimiento irremplazable en la formación humana y ciudadana. Más allá de estas cuestiones, que son incuestionables, me parece central el fuerte contenido ideológico que sostiene esta cuestión. Luego de leer la nota queda un sabor que nos sugiere que parece ser que existe un mundo por fuera de lo común en un país, en una sociedad. Parece ser que si algo de lo cultural o de la legalidad social no nos gusta y nos angustia, podemos esquivarlo y hacer lo que se nos cante la gana. Parece ser que se puede ir por fuera de lo comunitario, que se puede tener privilegios, que no hace falta someterse a la misma vara, que podemos tener otros derechos y, reitero, hacer lo que se nos cante la gana; y si tenemos que socializar, para eso está la gente divina de equitación, o del club. Porque, digámoslo de una vez, la educación que propone el Estado es tremendamente mala y amoral. Tiene razón el señor Ariza, que en la misma nota que les comento dice muy suelto de cuerpo que la escuela sirve a gobiernos para intentar formar “cuadros” y que los aleja de los valores de las familias. Dice también que el Estado falta el respeto a la libertad de los padres en educar a sus hijos en libertad, según sus convicciones. Este Estado…es malo, ¡se mete en todo, carajo!

¿Será posible que no entendamos lo que gente como Ariza (que labura en la Universidad Austral) quiere? Que cada uno se eduque como quiera, sin que le importe el otro; que no se paguen impuestos, que cada uno pague por la salud, educación y justicia que necesite; que no existan barreras arancelarias ni de ningún tipo, que el hombre es lobo del hombre y el mercado se autorregula…Sería genial un mundo como esta gente quiere, lleno de individuos y de consumidores; vaciado de sujetos sociales y seres culturales. Un mundo en el que no existen los políticos, sino los administradores. Un mundo en el que vale todo; y todo vale lo que muy pocos pueden pagar.

DON CHICHO