El señor ministro Diego Santilli tiene un berretín de ser alguien en el mundo del fútbol. Viene de familia riverplatense; el apellido Santilli presidió hace algunos años la institución de la banda. Además, como su mentor partidario, Mauri, Santilli tiene aspiraciones de estar al frente del club de sus amores. Hasta acá el contexto. Ahora la cuestión. La semana que viene, en el Poli, en Pedraza y Crámer, va a hacer un partido amistoso a beneficio de los piletones de la Barrientos. Convocó, para atraer al público, al burrito Ortega. El tema es la publicidad del evento, Santilli dice en el spot:
Cuando no me dedico a la política, hago la otra cosa que más me gusta, me dedico al fútbol. Que existan chicos que no tengan platos de comida cada día, que una mujer deba hacer malabares para darle alimentos a chicos en situación crítica, que la única forma que tengan, o la más potente, de comer cada día sea que alguien se apiade de ellos, nada de esto tiene que ver con la política. Esta es una mirada de la derecha y de muchos sectores sociales, no se habla de la lógica de que habiendo comida de sobra, algunos morfen y otros no, se realiza chapa y pintura, paliativos. Eso, querido Diego Santilli es hacer política, es desresponsabilizarse de políticas sociales...es gobernar para una elite.
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