Otra vez está entre nosotros el fantasma de la NO política. Cada tanto la instalan aquellos que manejan los intereses de las elites del poder, cada vez que el Estado amenaza con interferir en sus negociados libres y soberanos. La cuestión se muestra complicada por el mecanismo circular e irresoluble que presenta. Se pide que se vayan todos pues no sostienen un Estado presente y fuerte que solucione todos los problemas, y al mismo tiempo rechazan toda manifestación política y gubernamental, necesaria para estructurar, en mayor o menor medida, al Estado. Las quejas apuntan a que el Estado no resuelve, pero antes, dos minutos antes de la luvia, la queja apuntaba a que se agrandaba mucho el Estado, que tenía mucho poder y ahogaba a los ciudadanos. La cosa parece difícil. Un comunicador moderno diría que es paradojal. Pero no es muy complicado. La idea, la única, que está en el fondo de todo esto es que la política (y el Estado si tiene como objetivo la distribución además de la represión) es un estorbo y una amenaza para las libertades civiles. Ahora, nada dicen sobre qué cosa debería ir al lugar de la política. Porque anarquistas no son, eso es seguro. Lo que quieren, me parece, es que ese lugar lo ocupe el Mercado, eso que ellos manejan y con lo que deciden sobre la vida de millones de personas.
DON CHICHO
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